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El pasado 11 de Mayo emprendí mi aventura hacia el país del sol naciente. Desde este pequeño espacio quiero compartir mi experiencia, la semana que pasé allí fue bastante gratificante, desde que me subí al avión en el aeropuerto de El Altet, en Alicante, hasta que volví a él 8 días después sobre la 1 de la madrugada.

viernes, 1 de junio de 2007

Día 13 de Mayo ( por la mañana)

Bajamos por fin del avión y nos dirigimos al departamento de inmigración… vamos, donde están la mayoría de pasajeros que hemos venido en el mismo avión. Los ciudadanos japoneses entran por otro departamento. En el mismo departamento donde nos encontramos en el aeropuerto de Narita tenemos las mismas tarjetas que nos han dado en el avión y además te indican, en varios idiomas, donde se encuentra también el español, cómo has de rellenarlo y lo que debes rellenar. Mientras esperamos nuestro turno a que nos sellen la tarjeta y el pasaporte me fijo que algo más hacia adelante hay una pareja de españoles… les delata su pasaporte…
Nuestro turno; un nipón uniformado nos da un saludo y se dirige a nosotros en ingles. Nos revisa las tarjetas de inmigración, nos ponen el sello y nos desea una feliz estancia en el país. Muy educado sin duda. Bien, pues ahora nos toca bajar a buscar las maletas, que a diferencia que en Madrid, están esperándonos a nosotros. Una suerte, la verdad. Luego nos dirigimos a una especie de aduana, en la que te preguntan si tienes algo que declarar, te quitan las etiquetas del avión de las maletas, comprueban la cantidad de equipaje que llevas, el pasaporte y tu tarjeta de inmigración cumplimentada. Te vuelven a hacer una reverencia (me da a mí que voy a tener que acostumbrarme a saludar así estos días) y te vuelven a dar la bienvenida al país. Encontramos entonces a otra pareja que viaja con el mismo operador que nosotros, así que intuimos que estaremos juntos en el circuito. Nada más salir a la puerta principal tenemos a tres chicas japonesas muy monas que sostienen un cartel con nombres… una de ellas tienen los nuestros. Te saludan y te llevan a una parada de bus en la cual nos dicen que nos esperemos, pues es el bus, de la compañía Airport Limousine, que nos llevará al hotel. Allí entablamos conversación con las otras dos parejas que hemos encontrado. Oscar y Romina de Barcelona; Sergio y Joana de un pueblo de Valencia. Ambos están de viaje de bodas.

El cielo está nublado, son las 7:35 y en nuestro ticket pone que el bus vendrá a recogernos a las 7:50; para hacer tiempo los 6 que allí nos encontramos nos ponemos a hablar, cada uno de su viaje. Nos enteramos pues, que ellos tienen además la extensión hacia Hiroshima que son un par de días o tres más.
Se cumple la hora, o al menos eso pone uno de los relojes que hay en el porche del aeropuerto. Y sí, se acerca el bus que ya lleva gente dentro. Entregamos nuestro ticket al subir, nos llevan las maletas al maletero del bus y subimos. Este autobús no es como los que estamos acostumbrados en Alicante. Parece un autobús privado y claramente pone hacia dónde se dirige, hacia los principales hoteles de la ciudad. Curiosamente, de los 6 que somos , los que más ruido hacemos somos nosotros. Arrancamos pues. Salimos hacia una autovía y ya empiezas a ver paisaje verde, autopista, coches que circulan (no muchos, es Domingo y pronto por la mañana).

Seguimos circulando y parece que nos vamos acercando a la ciudad. La forma de conducir de los japoneses llama la atención. Primero que, aunque no es nada Nuevo, van por la izquierda y Segundo que parece que no tienen miedo a la velocidad. No es que vayan muy deprisa… pero parece que le pisan.
Mientras vamos entrando vemos por el cielo aviones de dimensiones considerables (más o menos como el de Air France) realizando maniobras de aterrizaje. Se nota que estamos dejando el aeropuerto detrás. Al mismo tiempo te fijas en las autovías, que están dentro de la ciudad: salidas y entradas que si tuviera que conducir yo ya me habría perdido. Empezamos a visualizar edificios altos en el fondo, las calles, las señales de la autovía… todo te sorprende…


Ha pasado casi una hora y parece que poco a poco nos vamos acercando a nuestro destino…o al menos eso se intuye, pues estamos circulando ya por el casco urbano, hemos dejado la autovía. Nos encontramos pues en un distrito lleno de edificios altos…parecen oficinas, pero es que además están por todas partes… Pues sí, hemos llegado, ahí pone Keio Plaza Hotel, que es el nuestro.

Son las 9 de la mañana, bajamos del bus y nos disponemos a buscar nuestras maletas para entrar. El conductor nos pide el ticket con el numerito que previamente nos había puesto en el aeropuerto. Personal del hotel te ayuda a entrar las maletas y nos indica dónde está la recepción para que nos fichen. Bueno, decir que entrar al hotel y mirar cómo es te deja casi de una pieza… es bonito… tiene una puerta por la otra parte… son dos edificios de unos cuarenta y tantos pisos. Creo que uno tiene 47 y el otro 45… confieso que esto lo sabíamos por mirar la web antes de venir aquí… no creáis que soy tan rápida contando… je je je. Llama la atención ver a tanto japonés y de buena mañana en el hall del hotel. Nos acercamos todos, por orden y por parejas, al mostrador. Nos van tomando nota pero para sorpresa nuestra, nos comunican que hasta la 1 de la tarde no nos puedan dar la habitación…¡¡y son las 9 de la mañana!!. Conocimos a otra pareja más en el hall del hotel que también era del grupo de nuestro mismo operador. Eran más mayores, residentes en Barcelona, ella catalana y él andaluz, pero llevaba mucho tiempo en la ciudad Condal. Estaban en la misma situación que nosotros. En fin, no nos queda otra que nos guarden las maletas e irnos a nuestro primer contacto con la capital tokiota… bien pues allí vamos. Muy amablemente nos dan un mapa de los alrededores del hotel para poder situarnos y movernos sin problema.


Nos fijamos en la calle, o avenida más bien, del hotel. Es impresionante… empezamos a andar sin una dirección fija. Encontramos un mapa de situación en una de las esquinas para situarnos. Giramos la esquina y seguimos andando. Otra avenida llena de edificios nos sorprende… claro, ahora recuerdo que en la web ponía que el hotel estaba en el distrito financiero de la ciudad, por eso hay tantos rascacielos. Seguimos andando y nos encontramos un edificio que son todo restaurantes, y uno de ellos se llama “ESPAÑA: Pinchos y Tapas”. Qué curioso. En ese momento Manu me comenta: “¿Será este el sitio al que vinieron los jugadores de la selección de baloncesto y les echaron?” Todo podría ser, pero no creo que lo compruebe.


Sin saber cómo, mientras andamos, miramos tiendas, carteles y demás notamos que empieza a salir gente por la calle, personas en bici… ¡con lo pronto que es!. Llegamos a una esquina donde la afluencia de gente es mayor y descubrimos la una de las entradas a la estación de metro de Shinjuku. Encima de nosotros cruza un Puente peatonal que lleva a una calle peatonal grande y donde se ve una torre con un reloj… no sé qué será , supongo que estos días aquí lo descubriré…

Los demás deciden ir a tomar un café, cosa que a Manu y a mí no nos seduce... más que nada porque sentarnos supondría dormirnos en la silla y hasta a 1 hay que hacer tiempo... nos despedimos pues y emprendemos nuestra exploración particular.

Es entonces cuando sale la vena friki de Manu y dice que quiere encontrar un punto que sale en el manga de City Hunter y según él debe estar cerca.Después de ir en dirección contraria a la que debíamos (estas cosas pasan) nos acercamos a otra de las salidas de la estación de Shinjuku, que por lo visto tiene varias.

El cansancio empieza a notarse, son las 11 de la mañana y sigue algo nublado, pero la temperatura es agradable. Sin éxito decidimos deshacer lo andado y volver a nuestro punto de partida, aquel en el que nos dejamos al resto del grupo. Mientras vamos andando me llama la atención la gente que reparte publicidad aquí. Lo hacen con ganas y entusiasmo, gritan si hace falta, pero lo mejor es la respuesta de la gente. Si quieren lo cogen y si no pueden permitirse el lujo de no cogerlo y no hacer caso. Al pasar nosotros nos ofrece, con reverencia incluida (creo que habrá que acostumbrarse a esto ya), una especie de toallita envuelta en un papel de colores… permitidme el comentario, pero me parece una de esas compresas que van plegaditas con su papel de colores y de marcas tan conocidas en nuestro país…pero no, no lo es…

Seguimos avanzando por donde hemos venido, mirando tiendas, entrando en la estación y mirando la parte de dentro… ¡hay que ver cuánto movimiento hay, y eso que es Domingo! Sinceramente, no me imagino qué puede ser un día de diario… bueno, supongo que lo descubriré algún día de éstos…porque pienso subir en metro, je, je, je. Volvemos a salir al exterior, los luminosos de la calle llaman la atención, sobretodo las pantallas grandes con spots de televisión, anuncios varios...


Son cerca de las 11:30, así que nos vamos hacia el hotel, pues el cansancio ya empieza a pesar. A ver si tenemos suerte y nos dan pronto la habitación... ahora sí que necesito dormir. Nos metemos por una calle pequeña con un montón de tiendas, para atajar y descubrimos el paraíso de todo friki por la tecnología. Hay un montón de tiendas varias, restaurantes típicos, karaoke, ... destacan sobretodo las tiendas de electrónica con cámaras de fotos, consolas, juegos, mp3 y teléfonos móviles. Por cierto, me estoy dando cuenta que aquí no parece que se obsesionen con la tecnología de un móvil, pues no parece que tengan cámara de fotos y todo eso que parace que en España es lo mejor de lo mejor. Al final va a resultar que son listos los japoneses son más listos...


Afortunadamente hemos hecho bastante tiempo con este gran descubrimiento. Habrá que volver para verlo todo con más tranquilidad. Nos dirigimos por una calle perpendicular hacia el hotel. Llegamos al hall y nos sentamos a esperar al resto del grupo que los habíamos dejado aparte. Estar allí sentado es un suplicio, por un lado descansas de la caminata, pero por otro estás luchando parar que tus ojos no se cierren. Afortunadamente queda poco para la 1.

Después de un tiempecillo de espera aparece el resto del grupo, y nos acercamos a la recepción. Nos vuelven a tomar nota, para confirmarnos el número de habitación. Por lo visto estamos todos juntos en el mismo piso, el 14. Un oriental muy majo nos lleva hasta allí, nos abre la puerta y nos ayuda a meter las maletas y se marcha no sin antes ofrecernos otra reverencia... uy, se me ha olvidado. Bueno, a la próxima no se me escapa. La habitación está muy bien, las camas son muy grandes... cama... ¡¡dormir!! Y tal cual llegamos dejamos las maletas, nos cambiamos y a dormir...

martes, 29 de mayo de 2007

Sábado 12/ Domingo 13 de Mayo

Mientras vas mirando el mapa el personal del avión te sorprende con traerte el “desayuno”. Claro, ya estamos cerca y tienes que empezar a adptarte a la hora. Nos es que tengas hambre, de hecho, tu cuerpo no acaba de saber si necesitas un “bocata” para cenar o algo para desayunar, así que traen algo como un almuerzo de media mañana. Esta bien…
Media horita después terminamos el refrigerio y el personal del avión entrega a cada pasajero no japonés una tarjeta de identificación de inmigración. Por lo visto hay que registrar la entrada con tus datos personales, el pasaporte, los días que vas a estar, el lugar donde te vas a alojar… sin duda todo bien controlado. Acto seguido el comandante del avión (creo) dirige unas palabras a los pasajeros. Como todo está en francés, ingles, y japonés no te enteras mucho, (hay que ver lo mal que suena el ingles pronunciado por un francés… cerrado cerrado a más no poder), pero todo hace pensar que vamos a comenzar con las maniobras de entrada a la zona de destino y el aterrizaje. Si durante el vuelo a penas hemos sentido las famosas turbulencias ahora parece que nos encontremos en una montaña rusa… giros, subidas y alguna sacudida que otra durante un rato. Miras de Nuevo por la ventana y… ves un montón de nubes. Al parecer Japón no nos recibe con un tiempo muy agradable, nubes y algo de bruma. De pronto ves tierra, hemos descendido bastante metros. Ves coches, pequeñiiiiiiitos, pero los ves. Casas, tierra, verde, mucho verde, vías de ferrocarril, la costa japonesa del pacífico y de pronto… ves algo blanco que sobresale en el horizonte… ¡¡eh, si es el monte Fuji!! Sí, con alguna que otra nube, pero se ve perfectamente. Sin duda ya estamos llegando a nuestro destino. Ahora podemos decir que estamos sobrevolando Japón, nuestro sueño empieza a cumplirse.

Empezamos a descender, y al fondo se distingue el aeropuerto de Narita, en Tokyo, cada vez más cerca. Llegamos a la pista y… abajo. Parece que ha sido bastante suave el aterrizaje. Desde la ventanilla se ve un aeropuerto grande… montones de aviones de largo recorrido de la compañia JAPAN AIRLINES y alguna que otra de China y otros lugares de Asia certifican donde están. Desde luego vaya “bichitos”… también llama la atención que para ser tan pronto (aún falta para que sean las 7 de la mañana) la luminosidad que hay… de heho se ha notado cuando empezábamos con las maniobras de aterrizaje (hacía casi una hora), pues podrían ser perfectamente las 8 en España con esa claridad.
Aún seguimos en el avión, y es porque no hemos llegado al punto donde se encuentra nuestra puerta de desembarque. No sabes si tienes cuerpo de 7 de la mañana o de estar empezando una noche de juerga, pero los nervios se empiezan a notar, tanto en Manu como en mí.
El giro que hace el avión hace pensar en que vamos a parar ya, y así es. Nos levantamos del asiento con la sensación de no haber estado de pie desde hacía mucho tiempo, pero enseguida te incorporas. El resto de pasajeros va cogiendo su equipaje de mano y preparándose para salir. Lo primero que quiero es comprobar si mi teléfono responde, el Nokia 6151 3G que llevo para llamar. Lo enciendo… parece que no tiene cobertura… espera, espera, ¿y eso? De pronto la hora se ha configurado sola. Marca las 6:55 de la mañana, la hora exacta de llegada al aeropuerto… y la operadora es DTT DoCoMo … la compañia con la que trabaja mi operador de móvil. Pruebo a hacer mi primera llamada:
-¿sí?
-Hoolaa… mama, ya estamos en Tokyo
-¡Pero si eres tú!¡Ay, ya estaba yo pensando cuándo ibas a llegar!
La alegría de mi madre, la claridad y lo poco que tarda el retorno me tranquilizan, estoy hablando con mis padres, que están a más de 11000 km como si estuviera dos calles más abajo. Eso sí, el pastón que me va a costar estos días… pero supongo que estar comunicado no tiene precio.

lunes, 28 de mayo de 2007

Sábado 12 de Mayo

Un buen madrugón acompañado de una noche sin descanso nos da la bienvenida. Esta vez nos trasladamos a la T1. Al entrar nos espera una buena cola para facturar y eso que son las 6 de la mañana... a las 7.00 conseguimos pasar. Las medidas de seguridad comienzan a ser algo mas estrictas.
Llegamos a nuestra puerta de embarque y esperamos a ser llamados, aunque nos queda poco.
A las 7.45 subimos al avión y ya empezamos a notar la presencia francesa, aunque de momento el idioma no representa una barrera. Por lo visto viajamos en una clase media, después d la turista, lo cual parece que no está nada mal.
A las 8.30 despegamos, maniobra suave. Al ser de día la luz acompaña y se puede ver un bonito paisaje. Pasado un tiempo nos dan de desayunar, no esta mal pero eso de que los franceses no tomen leche... supongo que hay diferencias notables al cruzar los pirineos.
Transcurre el vuelo con tranquilidad y música. El paisaje es interesante, mar, montañas nevadas y cúmulos de nubes que te dan la sensación de estar sobre un colchón.
Llegamos a nuestro destino. Aterrizamos en Charles de Gaulle, será la primera vez que pise suelo francés. Sin salir de la terminal nos dirigimos a la puerta de embarque, la F56, por lo visto la que lleva los vuelos intercontinentales, o al menos se deja notar en la gente que está pasando por el control: europeos, indios y orientales.
El idioma empieza a ser un problema. Personal de la terminal que te habla en francés y cuando ven tu pasaporte español te miran por encima del hombro... quisiera saber porqué no le somos simpáticos a los franceses. Otra vez he de quitarme las pulseras, anillos, el cinturón y todo aquello que pueda dar positivo en el detector de metales. Mucho me temo que no será la última vez que lo haga...
Después de un paseo largo de 1h y 15 minutos hacen llamada de nuestro vuelo. Mientras cruzas el túnel que lleva al avión empiezas a darte cuenta de la magnitud del asunto, de la experiencia que vas a emprender. Ya no hay marcha atrás.
Unas azafatas muy monas te saludan con un “Bon Jour” mientras te van indicando hacia dónde tienes que pasar... en francés, claro. Vamos, chica, como si me hubieras mandado al ala derecha, que sí, que ya voy yo “pallá”.
Una vez entras en estos aviones tan grandes de vuelos de largo recorrido piensas... “bueno, quizá no es como el de Iberia o el otro de Air France en que he montado”. Llegas a tu asiento, algo pegadito al de delante, pero bueno, esperemos que no sea tan duro el viaje, si no siempre puedes levantarte a dar una vueltecita hasta el baño o por el pasillo.

Bueno, pues llega la hora. La gente ya se ha sentado, las azafatas y “azafatos” de vuelo empiezan a cerrar los maleteros y el avión empieza a moverse. Un sentimiento de canguelo, acongoja y nostalgia empieza a asaltarte. Sí, confieso que en ese momento la cabeza te da vueltas y te montas una película que ni el mejor guión de Hollywood. Alguna lagrimilla que otra, por ser consciente de lo lejos que estás de tu rutina... pero en ese momento se mueve el avión hacia el punto de despegue. El personal del avión empieza con lo de las puertas de seguridad, el cinturón, el chaleco, la mascarilla y demás. En eso el trasto acelera y empieza a despegarse del suelo, poco a poco vas viendo que la aventura comienza de verdad. Esperemos que vaya bien.

Una vez arriba y después de coger la altura suficiente descubres el paisaje de nubes que te va a acompañar a lo largo de casi 12 horas. Realmente es increíble. Crees que puedes sacar la mano y coger una o tirarte encima y dormir la siesta. Es realmente bonito, pues el azul del cielo, el sol y las nubes crean una composición de fotografía de concurso.




¿Qué se puede hacer durante tantas horas en un avión? Bueno, hay que ir provisto de entretenimiento, como algún libro y música, pero lo que me gustaba del avión en el que viajábamos era la pantalla táctil que poseía cada pasajero. Trasteas... y descubres que puedes hacer unas cuantas cosas... siempre y cuando el idioma no te suponga un problema, pues desde que se sube sólo hablas tu lengua de origen con tu acompañante, ya que los avisos del personal del avión son en francés, inglés y japonés. Afortunadamente parece que no todo está así y en el canal películas te encuentras algunas en español... o mejor lo dejamos en lengua latina... no obstante tienes juegos, series, noticias, dibujos y lo más usado, sin duda, el mapa con la trayectoria que sigue el avión hasta el aeropuerto de Narita, indicando las zonas y países por los que pasa. Intentaremos entretenernos pues...

Las horas pasan... o no parece que lo hagan... te sirven la comida, que eso hace bastante, para que te olvides un poco que te encuentras a unos 9 km de altura... un poco alto, ¿eh? Después de eso intentas dormir, pero no sé si es que yo soy delicada o que, pero tan sólo conseguí quedarme traspuesta durante media hora. Ves una película (Los Increíbles en “sudaka”), juegas al solitario, miras por la ventana, haces fotos, hablas con tu acompañante, te levantas al servicio, estiras un poco las piernas... pero se hace un poco interminable, pierdes noción de la hora real que es... Te fijas en la gente que puede dormir o se entretiene jugando a las cartas... ¿por qué ellos pueden y yo no? A veces te da la sensación de que no ves el momento de llegar.


En ese momento la “noche” te sorprende y un paisaje de atardecer y nocturnidad intenta debatirse por la ventana. Ves que la noche se acerca, pero el día lo tiene detrás. No llegas a tener horas de noche cerrada, puesto que dejas el sol pero entras en zonas donde está empezando a aparecer. La primera vez en mi vida que giro por el mundo dejas el sol pero al mismo tiempo lo buscas.

La trayectoria que sigue el avión es un tanto curiosa, porque atraviesas el norte de europa y llegas a las costas del norte de Rusia. Pasas por una especie de desierto cubierto de nieve. En el mapa del monitor pone “Siberia”. ¿Estamos en el mismo desierto siberiano? No puede ser. La claridad de la tarde hace que se pueda ver el suelo. Supongo que la ruta tendrá algo que ver con conflictos de espacios aéreos… o quizá no…

Viendo lo que queda y lo que has recorrido piensas más en el tiempo que llevas que en el que te queda, que realmente es poco, apenas 3 horas.

viernes, 25 de mayo de 2007

Viernes 11 de Mayo

Nos encontramos en el aeropuerto del Altet, lugar donde empieza nuestro viaje. A las 21.40 saldrá nuestro vuelo hacia la T4 de Madrid, pues el Sábado por la mañana comienza nuestro viaje organizado. Nos acercamos al puesto de facturación de Iberia para dejar nuestras maletas... esperemos que lleguen, pues ya es por todos conocido los retrasos y pérdidas de equipaje por esta compañía.

Después de esperar un ratito se va acercando la hora, así que es momento de las despedidas, de alguna lagrimita que otra, las recomendaciones... no es la primera vez que dejo mi ciudad, pero el sentimiento de nostalgia se pega a tí desde ese momento.

Nuestro primer paso por el detector de seguridad. Los agentes de seguridad te piden que por favor dejes todo en bandejas, objetos metálicos como cinturón, anillos, cadenas, pulseras y demás. Si llevas ordenador o teléfono móvil también te indican que lo dejes en la bandeja. Pasamos sin dificultad y nos giramos una vez más para despedir a mis padres mientras piensas "volveré y os lo contaré todo".

Una vez pasada la puerta de embarque y enseñado el billete subimos. ¿Cuántas azafatas y personal de vuelo me encontraré durante este viaje?. Nos sentamos pidiendo yo siempre la ventana. A pesar de la altura me gusta ver el paisaje, y más en esta ocasión que será nocturno.

El avión se dirige a la pista de despegue. Mientras tanto el personal de vuelo comienza a recordarte las normas de seguridad: abrocharse el cinturón y no quitarlo durante el despegue y el aterrizaje, el chaleco salvavidas, la mascarilla de aire... y la situación de las puertas de emergencia. Nos elevamos, nos despegamos del suelo y lo mejor viene mirar hacia la ventanilla y ver por la noche toda la costa alicantina encendida. Montones de luces que parecen decir "aquí estamos y estaremos esperandote". Creo que nunca había visto Alicante desde el aire por la noche e iluminada. Lástima que era el momento del despegue si no hubiera sacado sin dudarlo una foto.

El viaje pasa tranquilo, mirando más localidades encendidas y el cielo que se estiende a lo lejos. Desde esa altura, a pesar de ser tarde, se puede ver algunos rayos que deja el sol en el horizonte. Una imágen de postal sin duda. En ese momento se ven aviones algo más cercanos, estamos llegando a Madrid. La luminosidad, además, lo certifica, desde el cielo se ven aterrizar y despegar aviones.

Una vez en tierra nos dirigimos a la recogida de equipaje. Vamos a comprobar una vez más la eficacia de la compañía aerea española. Cruzamos por la famosa T4. Ahora entiendo porqué dicen que te puedes perder. Realmente es enorme... y para mi gusto no del todo bien señalizada... Llegamos al puesto de recogida de equipajes y esperamos un cierto período de tiempo, así como una media hora. Por fín podemos coger nuestras maletas. Vámonos a dormir al hotel que mañana empieza el día fuerte.

jueves, 24 de mayo de 2007

Bienvenidos a este blog


Hace casi una semana emprendí mi aventura hacia el país del sol naciente. Desde este pequeño espacio quiero compartir mi experiencia, la semana que pasé allí fue bastante gratificante, desde que me subí al avión en el aeropuerto de El Altet, en Alicante, hasta que volví a él 8 días después sobre la 1 de la madrugada.